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LA NACION - El "boca a boca" hace famoso un film

Es un trabajo de bajo presupuesto.


Si bien tiene algo de parecido -no obstante, también, mucho de diferente- de los viejos éxitos de trasnoches de sábado ("Woodstock", "La canción es la misma" o "Un fantasma en el paraíso", entre otros clásicos), el que tiene lugar desde hace tres meses en el Malba, está camino a encontrar un lugar en el historial de curiosidades cinematográficas porteñas. "TL-1 - Mi reino por un platillo volador", presentado por Uncertain Morion Pictures y CGI, que dirigió y protagonizó Tetsuo Lumière, un joven cineasta que oculta su verdadero nombre tras este original seudónimo mitad oriental, mitad francés, reúne en cada función más de un centenar de jóvenes y, a veces, no tan jóvenes, dispuestos a dejarse llevar por su propuesta de falso documental acerca de sí mismo, de su pasión por el cine de ciencia ficción y muy especialmente "La guerra de los mundos" en su versión de 1952. La película, que fue rodada de a tramos con una cámara de video digital, incluye inserts más rudimentarios todavía en VHS, en blanco y negro, que simulan ser (en realidad, lo son) cortos de este autor de películas clase zeta, inspirados en obras del periodo mudo y de sus más conocidos autores, se trate de comedia o terror. El argumento va del disparate total a los homenajes (a todos los falsos documentales, la moda de los que están armados con películas caseras, a Ed Wood Jr., etcétera), un combo que tiene momentos realmente memorables, algunos rodados en la que fue casa del coleccionista cinéfilo Octavio Fabiano.


Contra viento y llovizna.


En medio del Mundial de Fútbol, con frío, incluso con finas y molestas lloviznas, atraídos por el boca a boca hasta un lugar al que no es fácil llegar, y más de partir ya de madrugada, sin un vehículo propio, este centenar de elegidos con que suele contar cada velada descubre que a pesar de la falta de recursos y de las limitaciones técnicas, es decir, genuina independencia e inocente amateurismo, es posible sostener una historia mínima durante más de una hora y media, algo que es cada vez más difícil de encontrar en el cine decididamente profesional y comercial, incluso en los casos en que se cuenta con presupuestos multimillonarios y el antecedente de un siglo de historia del cine.


Tetsuo Lumière, que terminó su película juntando hasta la última moneda de su propio bolsillo, según explicó a LA NACION el cineasta que prefiere mantener en secreto tanto su verdadero nombre como su edad, viene haciendo esta película desde hace cuatro años y piensa, hasta ahora como proyecto, en una segunda parte.


"La habíamos proyectado en un Buenos Aires Rojo Sangre, en 2005, en unas pocas funciones en el Bauen, lo que se dice un recorrido superunder. Finalmente, la vio Luis Pérez Endara, de CGI (Compañía General de la Imagen, la misma distribuidora del experimental "Samoa"), que fue quien se la llevó a Fernando Martín Peña en el Malba. Cuando en enero me dijeron que la habían programado y me dieron fechas y horarios me preocupé un poco, pero me parece que finalmente de esta forma funcionó mejor", dice el cineasta.


"TL-1 - Mi reino " es, sin duda alguna, una auténtica expresión del cine independiente, hecho con el propio aporte de su realizador y de los que colaboraron con él. "TL-1 - Mi reino por un platillo volador" se verá en la trasnoche de hoy y la del próximo sábado, a la 0.15, y los viernes 8, 15 y 29 de septiembre, a las 19.45, en el Malba (Figueroa Alcorta 3415, entradas: 7 pesos; estudiantes: 3,5). Según Lumière, "un horario familiar, para que la gente pueda ir con sus hijitos a enfermarlos con mi peli".


Claudio D. Minghetti


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