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EL ODIANTE - CINE CON HONESTIDAD BRUTAL

Este fin de semana último me entere de que con mi compañero Leandro perdimos en el tal mentado Historias Breves, un concurso organizado por el INCAA que sirve de antesala perfecta para cualquiera que aspire a dirigir una película en nuestro país. Una desalentadora noticia ya que como muchos saben aspiro, ademas de criticar obras de otros, a también realizar las mías. Por suerte, y como para compensar este hecho, el fin de semana asistí a una proyección en el Malba de una película que enseña que de alguna manera siempre se puede.


Seguramente, quién firma como Tetsuo Lumiere (Seudónimo que refiere a una A y una Z en la historia del séptimo arte) no tiene la suerte de ser hijo de Pino Solanas, o de Palito Ortega, o de tener algún padrino en el INCAA. Mas bien pertenece a esa estirpe de cineastas que andan al margen y cocinan sus películas en el under. Sin apoyo del gobierno, sin dinero, sin una mierda excepto una cámara de video al hombro y una genuina pasión por el cine. Y TL-1 es ante todo el correlato de esa pasión, una película que cuenta a la manera de documental (o autobiopic en este caso) apócrifo, la historia de un director –el mismo Tetsuo Lumiere- dispuesto a lo que sea para llevar a cabo su largometraje sobre naves espaciales invadiendo la Ciudad de Buenos Aires, ¡empresa imposible si las hay! De un espíritu que la coloca como la versión argenta de Ed Wood y plagada de alegatos de personajes mirando a cámara -tal como pasaba en Robo, huyo y lo pescaron de Woody Allen-, grandes dosis de humor slapstick, puesta en escena bien berreta al mejor estilo Todo por Dos Pesos y muchas pero muchas ideas para contrarrestar la escasez de recursos. ¿Bizarra? Tal vez, pero no a la manera en que se entienden a todas las películas que en nuestro país fácilmente se tildan con ese adjetivo. Acá no existe una vacua proliferación de tripas y zombies y la baja calidad de la producción tiene una coherencia bien a tono con lo que se cuenta. Eso sí, un poco larga, la película tiene unos cuantos minutos que le restan en vez de sumarle y que denotan la falta de decisión del director para dejar afuera material, pero de un humor y unos personajes que la hacen verdaderamente entrañable. Luego de ver esta película recordé una mañana de Domingo reveladora en la que mi amigo Alberto -arquitecto, fotógrafo, músico, artesano y pintor entre otras cosas- me evoco la anécdota de la vez que no tenía un solo centavo y termino pintando sus cuadros con barro y pedazos de basura recogidos de la calle. Alberto lo que hacía solamente era darme fuerzas con el objeto de que nunca me detuviera. Y por suerte siempre estarán los Alberto, los Ed Wood, los Tetsuo Lumiere, ahí, para demostrar que con ganas, con pasión por lo que se hace, siempre alcanza.


Calificación: 7




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